domingo, 21 de agosto de 2011

River trabajó duro para llevarse el triunfo en Mendoza


En su segundo partido en el campeonato, con la gente presente como siempre, pese a la barrera que quiso imponer la categoría, River volvió a cumplir y quedarse con los tres puntos. El inicio en Mendoza tuvo varios sobresaltos, con algo de desorden en el centro e insolvencia defensiva. Pero pese al sacudón inicial que dio Independiente Rivadavia con su gol, River no se derrumbó como en los últimos tiempos y afloró la reacción para terminar ganando 3 a 1, con los goles de Ocampos, Aguirre y Carlos Sánchez. Actitud y efectividad para remontar el encuentro.

El equipo de Almeyda arrancó a toda máquina en la primera acción del encuentro, enviando la señal de que volvería a trabajar fuertemente con la presión sobre el rival. Pero Independiente no se dejó intimidar y se paró de igual a igual, tratando de controlar especialmente al Chori Domínguez. Y si Domínguez -recibió muchas patadas- no agarra la pelota, hay cortocircuito en la gestación de juego, que ya de por sí es escaso y depende bastante de él y su retroceso a casi mitad de cancha.

Los locales empezaron a llegar y evidenciar, como pasó ante Chacarita, las grietas defensivas. Ferradas le comió la espalda a Alayes, Lázaro probó desde mitad desde mitad de cancha y entre Chichizola y el travesaño salvaron la primera caída; y Gómez con su velocidad complicó el lado de Maidana y Juan Manuel Díaz. La estocada la terminó dando Ferradas, que aprovechó la falta de reacción de la defensa para rematar a un Chichizola dubitativo.

Pero el gol no derrumbó al equipo ni mucho menos. La cabeza se mantuvo entera y no se entró en la desesperación. Le costó la creación y se movió más por esos impulsos eléctricos que generan individualidades como las de Carlos Sánchez o Chori Domínguez. El uruguayo no ocupó tanto la banda, sino que se movió más por el centro del campo, buscando ser uno de los primeros conectores en la salida y el traslado. El callejón de la franja derecha lo aprovechó en grana manera Abecasis y en una de sus proyecciones, mandó el centro que Ocampos conectó de cabeza para empatar el partido.

El gol redujo la intensidad de Independiente y emparejó el desarrollo. River empezó a poder respirar con mayor facilidad que en los primeros minutos. En una de las pocas veces que Cavenaghi fue buscado -perfecta pelota de Carlos Sánchez-, llegó el 2-1, autoría de Aguirre, que se animó a pisar el área y aparecer como goleador para aprovechar la serie de rebotes que quedaron al lado de la línea del arco. El calvo mediocampista mete, lucha, busca jugar a un toque, a veces se embarulla, pero se va haciendo importante en el centro del campo.

En la segunda parte, River se fue retrasando y empezó a padecer los acercamientos del rival. Chichizola, con una noche de varias dudas, respondió con dos atajadas complicadas. Sin Aguirre -tuvo que irse por una contractura, al igual que Maidana en el primer tiempo-, el centro quedó con Domingo y Mauro Díaz. Otra vez tuvo que aparecer Carlos Sánchez para darle el alivio definitivo al equipo, con una soberbia definición ante Ayala. Después, Funes Mori tuvo el 4-1, pero falló el mano a mano contra el arquero.

Las claves volvieron a pasar por la jerarquía de Domínguez -no tuvo el mismo brillo que en el debut, pero maneja al equipo con su oficio- para marcar los tiempos, la dinámica de Carlos Sánchez, el atrevimiento de Ocampos, la sacrificada tarea de Aguirre y el correcto ida y vuelta de Abecasis. Otra actuación sobria, sin lujos ni excesos, con contundencia para aprovechar las ocasiones. El equipo está construcción. Queda para seguir corrigiendo, como la parte defensiva y el armado colectivo, pero ganar sirve para ir sumando confianza y tranquilidad en el trabajo.

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