lunes, 21 de febrero de 2011
Con su primer tanto en el Monumental, Lamela ya suma tres en 1ª, todos lindos: “El triunfo es para la gente”.
"Fue una victoria muy importante. Nos apoyó mucho la gente. Este triunfo y los goles son para todos ellos...”.
Erik Lamela traza su linaje a través de la exquisitez de sus definiciones. Con su gol a Huracán, ratificó una tendencia que sostiene desde la sensibilidad de sus botines (el zurdo, el derecho, ambos): cada uno de los tres tantos que lleva convertidos en Primera fueron una delicadeza.
El toque refinado y elegante por encima de la zambullida del arquero Monzón fue otra muestra de lo que ya se convirtió en un rasgo distintivo en el Coco. Su gol, el que abrió el partido y le permitió a River ponerse 1 a 0, fue casi una remake de la resolución que tuvo el día de su estreno en un arco rival, en la fecha 17 del Apertura 2010: contra Colón, en Santa Fe, entretejió una doble pared con Acevedo y penetró en el área para recibir (¡cuándo no!) un pase corto y preciso de Pavone. Y con Pozo achicando abajo, Erik sorteó el obstáculo con una caricia con su pie derecho por encima del cuerpo del arquero. Go-la-zo. Con ese tanto, River empató el partido. Y luego, lo ganó con un grito de Pavone.
Dos semanas después, Lamela cerró el campeonato con otro festejo. Fue en el 4 a 1 ante Lanús: a los 28 minutos del inicio, el tucumano Pereyra desbordó por el carril derecho y sacó un centro al área de Caranta, gentileza que Erik aprovechó con un toque de zurda -suave, sutil, sin dejar picar la pelota- que ubicó junto al segundo palo del arquero. Otro gol para meter en un cuadrito y colgarlo en la pared...
“Hay que seguir creciendo, pero lo importante fue ganar de local. Tenemos que continuar por este camino”, sentenció después de la victoria. Con 17 partidos en Primera, el refinamiento de Erik lo convirtió en el niño bonito de los hinchas de River...
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