viernes, 11 de marzo de 2011

El técnico pone a Pereyra por Ferrari con la misión de no modificar una idea. Y Díaz sube menos.


Iban 15 minutos de la práctica. Pereyra se escapaba por la izquierda, ya estaba casi pisando el área y Jota Jota López detuvo el entrenamiento. “Acá, Tucu, acá”, ordenó el Negro, parado en el círculo central y señalando con el brazo el sector derecho de la cancha. El Tucu volvió sin chistar y ocupó su posición. Así, no. La mirada del DT alcanzó. Observando el equipo, Pereyra se paraba unos metros más adelante que Juan Manuel Díaz, pero tampoco debía irse a lo loco para arriba. Y cumplió. Se lo vio atento al movimiento colectivo. También se cerraba hacia el medio y Maidana tenía que estar atento a la marca por ese sector, casi de cuatro.

Por características, Pereyra parecería un jugador más ofensivo que Ferrari, aunque el Loncho venía siendo una de las salidas. El técnico hizo hincapié en el equilibrio. Por eso, el uruguayo se tuvo que contener. Jota Jota le pidió que no perdiera de vista la pelota y la posición de sus compañeros para que el equipo no se desestabilizara. Almeyda fue el encargado de manejar los tiempos, tanto en defensa como en ataque. Acevedo trató de convertirse en el primer eslabón de las jugadas ofensivas y por momentos, lo logró. Se asoció a Lanzini y Lamela para marcarles el camino. Los pibes se acercaron a Pavone y fueron a buscar las devoluciones del Tanque. La receta de River viene funcionando y el Negro quiere que siga juegue quien juegue.

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