sábado, 12 de marzo de 2011

JJ López aseguró que Passarella no lo condiciona en el armado del equipo. Un soldado que siempre dice cosas...


Más que soldado de Passarella, Juan José López ya es a esta altura una suerte de comandante en jefe de un ejército que, desde su asunción, sólo ha perdido una de las diez batallas oficiales. Es tan injusto extirparle a Jota Jota una de las medallas conseguidas como menospreciar su plan estratégico para sacar a River de la retaguardia. Pero aún así, con todas las salvedades del caso, el propio entrenador instaló desde el comienzo que responderá incondicionalmente al sillón presidencial. Varias veces, entonces, tuvo que aclarar el sentido de su metáfora castrense. Ayer, nuevamente. El escenario: final de la práctica, visita passarelliana, charla con su DT y posterior conferencia de prensa: “Estuvimos hablando de fútbol, porque Daniel es un hombre de fútbol. Y es muy bueno que venga al vestuario: él está involucrado en todo lo que hacemos”, se soltó ante los micrófonos, con naturalidad, hasta que se frenó para aclarar lo de siempre.

Y lo de siempre, esta vez, llegó con el agregado de ciertos detalles: “Cada uno debe respetar la función del otro. Tenemos una gran amistad. El es una persona muy medida, correcta, que me hace sentir bien, me da amplia libertad. Pero nunca me sugirió un cambio ni un nombre”.

Está claro que siente un agradecimiento eterno al presidente que le abrió las puertas de River después de casi tres décadas de destierro. Ahora bien, Jota Jota ya mostró ser portador de una voz propia. Se hizo cargo de lo bueno y lo malo, de los triunfos y de la exclusión de Ortega, del promedio y la puesta de límites. En otras palabras, el Negro tiene de títere del Kaiser lo mismo que Riquelme de amigo de Falcioni. “Si me sugiere algo, uno lo debe escuchar, pero nunca se dio. Yo soy socio y tengo derecho de opinar de la política del club, pero no me meto. Las cosas están claras. Lo único que queremos los dos es ver a River en lo más alto”.

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