miércoles, 9 de marzo de 2011
Funes Mori pasó por la pileta para seguir con la recuperación de la pubialgia.
Aún está dolorido y su regreso a las canchas se transformó en una incógnita.
La mañana húmeda y calurosa invitaba al chapuzón. Más aún si la rutina en el campo tenía más conitos y pesas que pelotas. Sin embargo, si hoy pudiera elegir, Gabriel Funes Mori seguro habría preferido estar transpirando a la par de sus compañeros antes que caminar adentro de una pileta.
La versión acuática de entrenamiento que le tocó al mellizo fue para tratar de seguir aflojando ese dolor en su pubis que no cesa y provoca que su regreso a las canchas no figure en ninguna agenda. Los plazos que se fueron proyectando no se cumplieron y por eso ahora la pregunta de cuándo estará a disposición del cuerpo técnico se responde con una interminable cantidad de signos de interrogación.
El mendocino aterrizó en el Monumental luego del Sudamericano Sub 20 y al lógico desgaste físico por haber trocado vacaciones por torneo le agregó una molesta pubialgia en ambas piernas que ya lo tuvo mal en Perú, donde la competencia no le permitió aflojar. Recién cuando llegó a Núñez comenzó a tratarse de la lesión. Ahí se pensó que en dos semanas podría jugar. La situación no evolucionó como se esperaba y los tiempos se demoraron. Se especuló con que el jueves pasado haría fútbol pero siguió trotando alrededor de la cancha mientras titulares y suplentes corrieron detrás de la pelota. Entonces, ya nadie hace cálculos acerca de cuándo volverá el 9 por el que Passarella rechazó 8 millones de euros.
Dolorido y lejos de la pelota, Funes Mori tuvo que cambiar verde césped por agua fresca con la compañía de Bou, otro que está en recuperación tras un desgarro. La diferencia es que el entrerriano sabe que en tres semanas estará listo y el mellizo todavía no tiene fecha para ponerse otra vez la camiseta.
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