viernes, 18 de marzo de 2011

Y una mañana, a Almeyda se le peló un cable y medio: tomó del cuello a Mauro Díaz y al toque le fue duro a Acevedo.


Dolido, hasta ofreció disculpas públicas.

Y? ¿Qué pasó? ¿Así que Almeyda se agarró a trompadas?”.

El conductor del remise todavía no había puesto primera y ya se vendía como una víctima más de la nueva era. Son tiempos de Twitter y, entonces, los comentarios vuelan cual me ha contado un pajarito. Ya no es el boca a boca, ni siquiera un teléfono descompuesto. La información viaja a una velocidad que no se detiene en chequeos y, así, en cuestión de segundos, nomás, Buonanotte puede cambiar la voz o Ferrero, tirar un caño. Pero, en definitiva, ¿qué fue lo que ocurrió? ¿Al Pelado se le peló un cable? Sí, correcto. ¿Lo agarró del cogote a Mauro Díaz? Ajá. ¿Y al toque le entró fuerte a Acevedo? También es cierto. ¿Acaso se fue a las manos? No, ni ahí...

Juan José López sonríe ante la primera pregunta de la conferencia. “No pasó nada”, dice y avanza: “Cuando se tiene sangre pasan estas cosas”. A esta altura, dos horas después del final de un ensayo chispeante, el capitán de River ya está en su casa. Se ve por tele, casi en cadena nacional, y no le gusta. Vuelve a arrepentirse. Quizá por eso agarra su celular y se comunica con la producción de Estudio Fútbol primero y la de Un Buen Momento después. “Estoy escuchando lo que dicen y parezco un asesino. Yo llamé para tranquilizar un poco. Hay momentos en lo que uno se calienta. Estaba enojado por otra cosa y justo la ligó Maurito”.

Y la verdad, Maurito no había hecho algo para ligarla, nada más allá de lo que pasa en cualquier picado. Apenas un roce sobre un costado, otro cuerpo a cuerpo en la mitad de cancha y, ahí, la reacción desmedida e inesperada de Matías Jesús, quien se la agarró con el pescuezo del crá (Gorosito dixit). El entrerriano se quedó duro, en el molde, mientras Buonanotte se encargaba de separar y Almeyda le gritaba “es la segunda, ya es la segunda”. Pero la térmica del hombre de Azul no había mermado aún. A la jugada siguiente lo atendió a Acevedo y su compadre del medio debió salir por el golpe que sufrió en el tobillo izquierdo. Ese fue el inicio del final de un fútbol reducido que se despidió con la imagen de Almeyda y Díaz yendo juntos a buscar una bebida a la heladerita, ideal para enfriar el clima. Al Pelado le sirvió: “No fue un buen gesto, pero ya está todo bien, Maurito es un pibe fenómeno. Son cosas que pasan, la diferencia es que ésta quedó grabada. En la vida no todos somos perfectos ni santos. Somos todos iguales”.

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