domingo, 27 de marzo de 2011
En su vuelta a Núñez tras la lesión, JP estuvo Monumental. Cuando iba 1-1, evitó los goles que hizo Caruso y reconoció:
“Debemos aprender a cerrar los partidos”.
Los aviones podrán pasar bien cerquita del Monumental, pero igual es imposible viajar de Núñez hasta New Jersey en apenas un minuto. Pareciera que Juan Pablo Carrizo todo lo puede, es cierto, menos estar en dos lugares al mismo tiempo. Sin embargo, mientras el que siga volando así sea él, todos saben que su destino será el arco de la Selección. Y el destino de River, justamente, depende de los reflejos del glorioso JP.
No atajó la primera, pero el estadio se vino abajo de cualquier manera. Ya había caído la noche y al equipo de Jota Jota no se le caía una idea. Primero se durmió Ferrari y el pibe Cristian Díaz sacó el latigazo cruzado que le quemó el guante izquierdo a Carrizo. Luego, el que se apoliyó fue Juan Manuel Díaz y ahí apareció Juan Pablo, gigante, para espantar a Sperdutti. “El arquero está para eso y, por suerte, tuve dos tapadas fundamentales, aunque no hubiesen tenido el mismo valor si después Caruso no hacía el gol de la victoria”, comentó el santafesino, quien además felicitó al goleador de la jornada “por tener la capacidad de revertir su situación”, y a Buonanotte “porque estos 45 minutos en buen nivel le sirven para ganar confianza”.
En la cancha como ante los micrófonos, JP siempre asume el rol de líder. Adentro, grita y ordena; afuera, anima y hasta hace autocrítica en el triunfo: “Sumamos de a tres en una fecha muy importante y si bien creo que fuimos justos vencedores, terminamos sufriendo. Dejamos todo, pero nos preocupa no poder sostener la ventaja. Tenemos que aprender a cerrar los partidos”.
Hace una semana, en su regreso ante Arsenal, ya había sido clave para sostener el empate frente a un remate de Obolo. Ayer, en su vuelta al arco de su casa después de la lesión, lo de Juan Pablo volvió a ser Monumental y, así pues, se ganó la mayor ovación al retirarse del campo. Porque la tapa del diario se la lleva Caruso por el peso de sus goles, claro está, pero antes de eso River necesitó que alguien los evitara. Y ahí, entonces, apareció el arquero ganapartidos, un tipo que, como él mismo dijo, ataja con la cabeza y asegura que “el timing es una mentira”.
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