miércoles, 16 de marzo de 2011

A horas de su vuelta al arco de River tras la lesión, Carrizo vuela de palo a palo y asegura que "el timming es una mentira".


Chichizola, la Selección, el día que invitó a pelear a un referente, la falta de compromiso de los pibes y la mano dura de JJ en una charla con guantes puestos.

-¿Volvés antes de lo que pensabas?

-No, la sexta fecha siempre estuvo en mi cabeza, pero por las dudas decíamos la octava.

-¿Con una práctica de fútbol te alcanza?

-No necesito más, yo juego de acá (se señala la cabeza). Cuando no atajaba los domingos, mi partido era en las prácticas: me concentraba al máximo, no hacía boludeces. Así me mantenía vivo. Te dicen que estás falto de timming y no es así. El timming es una mentira. Es la confianza que tenés que demostrar durante 90 minutos cuando está la gente. Vos tapás la primera pelota, se viene abajo el estadio y ya está. O al revés, si se te escapa y no tenés la cabeza fuerte...

-¿Eso demostró Chichizola después del gol de Palermo en el verano?

-Exacto. Y muy bien. Me acuerdo que en la pretemporada con Cappa en Salta, una vez Angel le marcó un error y se bloqueó. Pero en Mendoza demostró que estaba fuerte y que lo que le dijo Angel le sirvió. La prueba de fuego ese día fue que se dio al principio y se repuso como si nada hubiera pasado.

-¿Y ahora, con lo que le pasó el domingo?

-Lo mismo. Pero ya pasó, no quiero hablar de eso.

-¿Coincidís con que tiene similitudes con vos?

-Hay detalles como el de agarrar la pelota con una mano, cómo camina el área, la potencia en la reacción, que busca agarrar la pelota y no dar una segunda jugada, y que arriesga en los centros. Cuando uno arriesga es porque se siente seguro. Y cuando se equivoca, Leandro no se cae, es su característica.

-¿Pensaste en algún momento que él se iba quedar con tu puesto?

-No. Los técnicos respetan los momentos y Juan, cuando yo volví a entrenarme, me dio la bienvenida y dijo ante el plantel que había lamentado la lesión. Y sé que es sincero. Yo contra Arsenal quiero demostrar, no por Juan ni por Chichizola. Por mí. Porque aspiro a grandes cosas.

-¿En tus ganas de volver rápido influye que se viene la Copa América?

-Tengo la esperanza de volver a ser convocado. Lo que no me esperaba y me sorprendió fue lo que dijo Batista hace unos días: que era el arquero que más le gustaba. Me cayó muy bien, pero hasta que me vea en la lista, no paro.

-¿Esas cosas te hacen pensar que hiciste bien en volver a River?

-Había muchos motivos para quedarme en Europa, pero a las tres de la mañana me ponía a ver por Internet los partidos de River. Y tenía ganas de estar acá. Por eso decidí volver. Me considero un tipo arriesgado. Te puede salir bien o mal. Pero yo fui a Europa y no pude llegar al Mundial, entonces en lo deportivo me fue mal. Pero crecí mucho en otras cosas, como persona, como profesional. Hasta que llegué allá no sabía lo que era ir al banco. Ahí aprendí lo que es estar fuera del equipo también.

-¿Notás el cambio en tu personalidad?

-Sí, soy más completo en varios sentidos. También fui papá y fui aprendiendo diariamente a serlo. Estás en otro país, solo, y te aferrás a tu familia. A mí me sirvió mucho.

-Suena raro que no quieras volver.

-A mí me gusta, como a cualquier jugador, estar en la elite, jugar en las mejores ligas... Pero volví a River y encontré mi lugar. Afuera daba mi opinión de cómo me gustaría jugar y no me escuchaban. En Lazio, por ejemplo, hacía un partido muy bueno y el lunes venían y me marcaban siete errores. Ellos dicen que nosotros atajamos por intuición y no por formación. Acá vengo, opino que me gusta la defensa fuera del área en las pelotas paradas y el entrenador me escucha, discrepamos y vemos qué es lo mejor.

-¿Eran lógicos los errores que te marcaban?

-Tampoco soy necio. Si me marcan un error que cometí, lo acepto. Pero a veces me decían que no jugara con los pies. Y si tengo esa cualidad, ¿por qué no la voy a aprovechar? Agregame algo nuevo, hablame de otra forma, pero no me digas no y no.

-Fantaseando, ¿a qué club europeo te gustaría ir? ¿Al Barcelona?

-No, ja, el Barsa tiene un arquerazo. Víctor Valdes está muy bien. Es el mejor equipo de la historia, al menos de los que yo vi. Ni me animaría a mencionarme, me daría vergüenza. Si te tuviera que decir un lugar es la Selección. Se me postergó, era el momento, pero a veces las cosas no salen y hay que seguir. Cuando no te sale un trabajo y no podés pagar una cuenta, ¿qué hacés? ¿Dejás de vivir? No, tenés que seguir adelante.

-¿Cuál es el mejor arquero del mundo?

-Me gustan muchos, pero me quedo con el último campeón mundial. Casillas tiene un gran sentido de la ubicación y mucha personalidad. Contra Holanda apareció en el momento en que se lo necesitaba. Los grandes arqueros intervienen poco y cuando lo hacen, son fundamentales. Después me gusta Buffon, que es más técnico, de escuela, menos arriesgado, lo que quieren en Italia. Y Valdes, que tiene mucha seguridad con los pies, la pone adonde quiere y además tiene reacción y es muy completo.

-¿Desde afuera sufriste más que cuando atajás?

-Sí, sí. Es diferente. Entendés cuando la gente putea o grita porque no hacemos un gol rápido. A veces en la cancha sentimos que estamos bien, manejando el partido, pero desde afuera se ve de otra manera. La gente te grita que bajes la pelota, que la pongas contra el piso y tienen razón, pero a veces no podés.

-¿Cómo lo viste a River?

-Yo pienso que el equipo tuvo una prueba importante contra Tigre, un rival directo, de visitante, que en el torneo anterior nos había costado ganarle sobre la hora. Logramos un empate. Después le ganamos a Huracán y se dieron buenos resultados. Pero eso no quita que tenemos cosas por corregir.

-Con Cappa no querían hablar del descenso y decían que podían pelear el campeonato. ¿Jota Jota los bajó a la realidad?

-En la etapa que estuvo Angel, la mentalidad del plantel era pelear el campeonato porque también era como que no creíamos dónde estábamos parados. Después, entendimos y asumimos que nos habíamos equivocado. Y nos comprometimos más en los entrenamientos, empezamos a declarar que necesitábamos sacar puntos y no que podíamos pelear el campeonato, mostrando que la realidad es sumar. Eso no quita que llegada la fecha 15 nos encontremos cerca de la punta y digamos: “Vamos por el torneo”. Pero hoy somos cautelosos.

-¿El hincha también se concientizó y ahora valora un empate?

-Sí, el hincha es el que más sufrió. No es agradable verse en la Promoción. Como valoran un empate, también valoran cuando ganás en el último minuto. Ojo, nosotros sabemos que para ganar tenemos que jugar bien, que así tenés más posibilidades, no es que nos vamos tranquilos en ese sentido.

-A Cappa le faltó...

-(Interrumpe). A Angel no le faltó nada. Tengo una admiración increíble por él, sobre todo porque en este ambiente hay entrenadores que te persiguen y ellos fueron jugadores de fútbol. Yo critico a los que han cometido esos errores y no quieren que los cometan sus jugadores. Por un lado se lo acepto y por otro, no. Acepto que no puedo estar hasta las cinco de la mañana todos los días porque tengo que ser profesional, pero si un día te acostaste a las tres porque no te pudiste dormir, porque viste una película, ¿no tenés derecho a ver una película? O porque tomaste una copa de vino en tu casa o con un amigo que fue a comer un asado, o porque tu hija tiene fiebre... Al otro día, si sos profesional venís y entrenás como si nada hubiera pasado. En cambio, si te mostrás cansado, el técnico sí tiene argumentos para criticarte. Ahí evalúo a un entrenador, no cuando no tiene argumentos.

-¿Se equivocó Cappa en ese aspecto?

-Lo que pasó con Angel es que es una persona abierta, con una gran seguridad en sí mismo y que brinda confianza. No está encima del jugador, él confía. Pero lamentablemente en el fútbol de hoy hay jugadores que no son tan profesionales y a la hora de formar un grupo pudren al resto o no logran tener un buen mecanismo de grupo que después se ve reflejado en el campo. Eso nos pasó con Angel, que no podíamos conseguir resultados. Nos daba libertad. Yo la asumía. No te digo que no iba al teatro a la función de las 12, pero lo hacía un martes, no un viernes. Yo lo entiendo, pero hay chicos que no. Y los que no entienden necesitan de una persona como Jota Jota, que puso límites más allá de los nombres. Carrizo faltó al entrenamiento, “bueno decime por qué faltaste, dame motivos coherentes”. Si no, castigo. Como tiene que ser.

-¿Los más grandes les hablaban a los más chicos y no alcanzaba?

-Y, no. Les hablás, les decís que se cuiden, que sean responsables, pero tenés un tope. Después, está el entrenador. Si fuera el técnico, al pibe que no sabe manejarse lo mando de nuevo a las Inferiores por más contrato que tenga. Pero Angel no tenía esa personalidad, o no le gustaba ser así. Nosotros como jugadores no supimos entenderlo a Cappa.

-¿En cuanto a la propuesta futbolística, la de Cappa era la que necesitaban para el momento?

-Desde un primer momento la idea era sumar, pero Angel también entiende que se logra ganar un partido cuando jugás bien. Fomentaba el buen juego… No pudimos. Porque nosotros no lo entendíamos, porque físicamente quizá nos estábamos bien… Por lo físico no se le cae al PF ni a la idea del técnico. Se le cae al propio jugador. Porque Angel no venía y decía “Enano, levantá 120 kilos como hace Carrizo”. Somos dos cuerpos diferentes, había que trabajar a conciencia. Eso fomentaba y hoy en el fútbol hay poca conciencia. Entonces, Jota Jota, entendiendo eso, trabaja para crear conciencia con exigencia.Hoy te quejás porque concentramos los viernes a la tarde, jodete. Antes, con Angel, concentrábamos los sábados a la noche. Eso pasa por cómo nos comportamos, no porque el técnico no te dé libertad.

-En el medio de este cambio se fue Ortega. ¿Eso es parte de este orden que necesitaban?

-Ariel es un ídolo histórico del club y se merece la mayor despedida cuando él lo desee, en la cancha de River ante su público. Acá se habló mucho de su enfermedad y eso era un caso aparte. A Ariel no lo podíamos involucrar a la hora de los límites del plantel. El ya tiene 36 años, es un hombre de familia que tiene sus hijos, su señora, y sabe lo que hace. Lo que tratábamos nosotros era decirle al grupo que no se comparara con Ariel porque él era una excepción. No porque es amigo mío y quiero halagarlo. El mínimamente tiene diez títulos en la espalda, jugó mundiales y es ídolo del club. Además, si no quiere jugar más al fútbol, tendrá donde caer, cómo seguir adelante su vida. De estos chicos que están empezando, algunos ni siquiera tienen su primer contrato. Y lo que uno les quiere demostrar es que están ante la posibilidad de su vida. Pero hay gente que no lo entiende. Y cuando pasa eso, vos hablás hasta cierto límite, después te hacés a un lado. Nosotros tratábamos de que se diferenciara el caso de Ariel, pero se llegó a un límite. El entendió y la Comisión Directiva y Passarella decidieron un cambio de ámbito. Y puede ser que haya sido lo mejor para los dos, ¿por qué no?

-¿Ahora el mensaje para el grupo es más claro?

-Sí, también de parte de los directivos. Ya ha bajado Daniel a dar una charla. Y cuando él dice “ya no me importa cómo se llame”, no queda ajeno nadie. Ni yo, ni Almeyda. Estamos todos en la misma. Y de eso se trata, de que desde arriba haya un apriete, porque se necesita tener responsabilidad, en el fútbol y en la vida. Aunque si vos querés ser irresponsable en tu vida, hacelo pero sin perjudicar a nadie. Pero acá somos un grupo de 30 jugadores, donde cobrás por ganar un partido, sufrís cuando perdés, te putea la hinchada y te critican los periodistas. Entonces, si no estamos juntos y tiramos todos para el mismo lado, no va. Hay que tener solidaridad con el compañero. Y hay muchos chicos que la tienen, eh. Ojo, que hablo y parece que tuviera la verdad de todo, y capaz que en la cabeza de los chicos se les pasa “¿y éste qué se cree?”. Es un problema de ellos. Yo conmigo vivo bien, hablo con todos a los ojos y soy transparente.

-También hubo un momento en el que alguien te lo habrá dicho a vos.

-Sí, no de esta manera porque yo nunca le mezquiné al trabajo. Pero sí me tocó ser, por ejemplo, el primero que entraba en el loco y callado la boca, porque el derecho de piso se paga en todos los ámbitos de la vida. Son etapas que hay que ir cumpliendo, respetando y también recibiendo respeto. Porque cuando yo llegué a Primera, respetaba a quienes me respetaban a mí. Al que no, yo no lo respetaba aunque tuviera 20 ó 30 años. A mí no me importaba. Yo a los chicos les exijo respeto porque de mi parte también reciben respeto. No puedo pedirlo si estoy todos los días pegándoles un cachetazo.

-¿Te pasó cuando eras chico que algún referente no te haya respetado?

-Sí, pero no voy a dar nombres. Obvio que me pasó. Y lo invité a pelear.

-¿Después te respetó?

-Eso fue delante de todo el plantel y ya se dieron cuenta de que mi personalidad marcaba algo. Yo siempre calladito la boca, pero no me iba a bancar el boludeo. No porque seas menor de edad te tienen que denigrar o tratarte mal. En ese momento no pensé en dar un mensaje, lo invité a pelear porque lo sentí así, pero demostré que me hacía respetar. Todos nos tenemos que respetar. No podés creerte que sos el dueño del mundo por estar en una nube, porque esto que vivimos hoy los futbolistas es una nube, es irreal.

-Es bueno que alguno lo asuma.

-Ganás mucho, sí, pero tratá de que esa fortuna te sirva para el resto de tu vida. Porque si no, no te sirvió de nada. El fútbol son 10, 15 años, pero recién después empieza tu vida.

-¿Vas a seguir en River?

-Hoy mi deseo más cercano es volver a jugar. Después me gustaría quedarme en River, ya lo dije. Si el club puede hacer un esfuerzo, me gustaría seguir acá. Hablo de esfuerzo porque la Lazio pone un precio por mí y no sé si River está en condiciones de pagarlo. Mientras tanto, yo ya hablé con mi representante y le dije que buscara un acuerdo entre los clubes. Me quedan dos años más de contrato con la Lazio, pero mi ideal sería seguir en River. No tengo dudas.

-¿Por qué?

-Porque me siento bien y creo que todavía le puedo dar mucho al club. Mientras yo tenga vida útil, me gustaría que River me respete y tenga siempre el deseo de retenerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario